LA EDUCACIÓN CRISTIANA

La educación cristiana, en la concepción adventista, es apreciada como una actividad redentora. El educando es considerado en todo, pues “la persona entera es importante para Dios”. Por eso, el objetivo de la educación adventista es la restauración de la imagen de Dios en el ser humano, en sus aspectos físicos, intelectuales, sociales y ESPIRITUALES.“La verdadera educación……… Los alumnos, en la perspectiva cristiana, deben ser vistos como hijos de Dios. Cada uno es un receptáculo de la imagen de Dios y alguien por quien Cristo murió. Por lo tanto, cada uno tiene posibilidades infinitas y eternas. El valor de cada alumno individual sólo puede ser comprendido en los términos del precio pagado por su restauración en la Cruz del Calvario.En este contexto, el educador cristiano no debe ser sólo un expositor de la verdad, sino una persona especial que tiene gran cuidado por los educando que están bajo su responsabilidad. Debe ser alguien que reconoce y respete la individualidad y valorice el potencial de cada alumno.El currículo debe enfatizar una integración equilibrada entre los aspectos espirituales, mentales, físicos y sociales, con el fin de contribuir a la restauración de la imagen y la semejanza de Dios en el ser humano.Nuestra tarea como educadores es grande y sagrada. El Señor creó el sistema educativo como fortaleza para apoyar a la familia, y esto se ve a través de toda la historia de la Iglesia. Hoy en estos tiempos difíciles que nos ha tocado vivir, es mayor nuestra responsabilidad de “EDUCAR PARA ESTA VIDA Y LA ETERNIDAD”Unamos fuerzas EL HOGAR, LA ESCUELA y LA IGLESIA para conseguir los ideales de la EDUCACIÓN CRISTIANA, bajo la conducción de Dios.“La mayor necesidad del mundo es la de hacer hombres que no se venda ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más interno de sus almas, hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo, hombres que se entreguen a la justicia aunque se desplomen los cielos” ( La Educación, pag. 57)